Consejos dietéticos

Como mucho y no engordo

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Muy a menudo vemos personas que, a pesar de comer mucho, consiguen mantener su peso en un nivel saludable. ¡Cuánta envidia nos dan!

¿Lo queman todo haciendo ejercicio intenso o hay algo más? ¿Cuál es el secreto?

"¿Por qué no engordo?"

Una vez más, antes de pasar a la alimentación, empecemos por conocer mejor nuestro cuerpo. Partamos de una simple suposición: al comer introducimos alimentos en nuestro organismo, pero estos solo entran realmente en el cuerpo cuando pasan por el intestino y llegan al torrente sanguíneo. Mientras los alimentos permanecen en el tracto intestinal, siguen siendo externos al organismo y pueden ser expulsados. En cambio, cuando los nutrientes, tras la digestión, se absorben en el intestino y pasan a la sangre, llegan a todo el organismo, del que pasan a forman parte.

Sin embargo, algunas personas tienen una absorción intestinal deficiente. Esto hace que no suban de peso aunque coman sin parar.

Cuerpo delgado pero metabólicamente obeso

Estas personas, aunque sean delgadas o de peso normal, pueden ser metabólicamente obesas, es decir, tener células ricas en grasa, porque son incapaces de asimilar adecuadamente los nutrientes.

Además, en algunos casos, el cuerpo humano no produce suficientes adipocitos (las células encargadas de almacenar la grasa) y, en consecuencia, la masa grasa no puede aumentar.

Por eso estas personas no suben de peso, al menos no visiblemente.

La delgadez no es sinónimo de salud: los riesgos de una dieta desequilibrada

Los ácidos grasos ingeridos con los alimentos permanecen libres en el torrente sanguíneo o, al no entrar en los adipocitos, acaban en otras células.

Como resultado, las personas con un peso normal también pueden tener cantidades elevadas de triglicéridos y colesterol en circulación.

En cambio, la cantidad excesiva de ácidos grasos saturados en células distintas de los adipocitos se denomina “obesidad celular”, una afección que también podría tener diversas consecuencias para la salud. Por ejemplo, la presencia de grasa en el hígado (esteatosis), una grasa que técnicamente se denomina “ectópica”, también puede manifestarse en una persona delgada.

La acumulación de ácidos grasos saturados en estas células “obesas” es el resultado de una dieta desequilibrada: rica en grasas e hidratos de carbono glucémicos, pero pobre en nutrientes de origen vegetal y marino, si se consumen pocas verduras o pescado.

Una alimentación consciente nos ayuda a mantenernos sanos

¡Cuidado, entonces! No hay que obligar a estas personas a comer más de lo que quieren, ni mucho menos presionarlas para que engorden: no solo sufrirá su intestino al no poder asimilar todo lo que ingieren, sino que correrán el riesgo de tener demasiados nutrientes en el torrente sanguíneo, que pueden acabar en lugares no deseados y traer consecuencias para la salud a largo plazo.

Recordemos que nuestros cuerpos y nuestros metabolismos son todos diferentes entre sí. Por eso, conocer el propio cuerpo es fundamental para poder elegir los alimentos adecuados.

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