Ocurre mucho en verano. Nos sentimos un poco débiles, mareados, y entonces decimos: “Voy a beber un poco de agua con azúcar para sentirme mejor”. ¿Estamos seguros de que este es el mejor remedio? Para responder a esta pregunta, primero es necesario comprender si ese malestar que sentimos se debe a una bajada de azúcar o a una bajada de presión. ¿Qué diferencia hay? ¿Qué hay que hacer en cada caso?
¿Qué es una bajada de azúcar?
La bajada de azúcar, o mejor dicho la hipoglucemia, se produce cuando la concentración de glucosa en sangre (glucemia) es demasiado baja (inferior a 60-70 mg/dl).
¿Cuáles son las causas de la bajada de azúcar?
Un nivel excesivamente bajo de glucemia puede deberse a un ayuno prolongado, a una dieta hipocalórica demasiado estricta o a un esfuerzo físico excesivo. Esto puede ocurrir con más frecuencia en verano, cuando comemos menos y nos movemos más. Sin embargo, por lo general, en las personas sanas se ponen en marcha mecanismos compensatorios que impiden que la concentración de glucosa en sangre descienda demasiado. Entre estos mecanismos se encuentra la sensación de hambre.
De hecho, la glucemia fluctúa continuamente a lo largo del día y alcanza valores mínimos unas 2-3 horas después de una comida. Es entonces cuando se desencadena la sensación de hambre que nos lleva a comer y, por tanto, a introducir azúcares, lo que hace que los niveles de glucemia vuelvan a subir. En cambio, la hipoglucemia es más frecuente y tiene consecuencias más importantes en las personas diabéticas.
De hecho, el tratamiento de la diabetes (de tipo 1) consiste en administrar insulina, una hormona capaz de reducir los niveles de glucemia. Cuanto más rica en azúcares sea la comida prevista, más alta será la glucemia posprandial y, en consecuencia, mayor será la dosis de insulina que deberá administrarse antes de la comida.
A veces, sin embargo, puede suceder que la dosis de insulina administrada sea demasiado alta, o que se administre demasiado tiempo antes de la comida. En estos casos, la insulina reduce demasiado la glucemia y se produce una hipoglucemia.
Mujeres embarazadas y niños diabéticos: ¡cuidado con la hipoglucemia!
En los niños y las mujeres embarazadas con diabetes de tipo 1 se debe prestar especial atención a los niveles de glucosa en sangre. Estas mujeres tienen más probabilidades de sufrir episodios de glucemia baja durante el embarazo, sobre todo en los primeros meses de gestación. En el caso de los niños, en cambio, el riesgo se debe a que es más difícil predecir la cantidad de comida que se va a consumir y, en consecuencia, la dosis correcta de insulina que debe administrarse. Especialmente en los primeros años de vida, cuando el sistema nervioso se está desarrollando, las crisis hipoglucémicas pueden perjudicar el desarrollo de la capacidad cognitiva.

¿Cómo me doy cuenta de que tengo una bajada de azúcar?
Cuando nuestro nivel de glucemia desciende, como se ha mencionado anteriormente, se desencadenan mecanismos que involucran a todo el organismo y que causan no solo sensación de hambre, sino también otros síntomas como: cansancio, sudoración, temblores, mareos y dolores de cabeza, palidez, taquicardia, confusión mental. Este estado puede agravarse hasta provocar pérdida de conciencia y, en los casos más graves, coma hipoglucémico.
¿Qué hacer ante una bajada de azúcar?
Lo primero que hay que hacer en caso de hipoglucemia es, sin duda, interrumpir las actividades que se estén realizando y sentarse. Si es posible, sobre todo en el caso de las personas diabéticas, sería conveniente medir los niveles de glucemia y después beber agua con azúcar u otras bebidas azucaradas, como zumos de fruta. Unos 15-20 minutos después de haber consumido azúcares simples (que se absorben rápidamente y pasan a la sangre), el nivel de glucemia ya debería ser más alto. Aquí puede resultar útil consumir azúcares complejos (como el pan). Estos circularán más lentamente y durante más tiempo y, en consecuencia, permitirán un aumento más gradual y sostenido de la glucemia.
Sin embargo, para no tener problemas, es fundamental recordar que es posible mantener la glucemia dentro de los valores normales en todas las estaciones eligiendo de manera consciente los alimentos que ponemos en la mesa. De hecho, al optar por alimentos que mantengan la glucemia bajo control y no causen picos glucémicos elevados, podemos evitar los cambios bruscos en los niveles de glucemia.

Las bajadas de presión
Estos mismos remedios suelen utilizarse para otro problema muy común en verano: la presión baja o hipotensión. Dado que los síntomas son casi los mismos que los de una bajada de azúcar, hay muchas personas que, al presentar síntomas como mareos, agotamiento y palidez, beben un buen vaso de agua con azúcar para sentirse mejor. Lo cierto es que mal no hace… Pero en este caso, sería suficiente beber agua o, mejor aún, consumir sal.
¿Por qué baja la presión?
Es bien sabido que la hipertensión es un problema de salud, pero la hipotensión (presión arterial máxima o sistólica ≤90 mmHg y presión arterial mínima o diastólica ≤60 mmHg) también puede afectar negativamente a la calidad de vida. ¿Por qué se produce?
Las causas de la presión baja pueden ser muchas. Puede deberse a factores genéticos, a enfermedades (sobre todo tiroideas, cardíacas, intestinales o anemia), a la ingesta de medicamentos (diuréticos, antidepresivos), al embarazo (en los primeros meses la presión tiende a bajar y luego a subir, ¡así que es importante mantenerla bajo control!) o a factores ambientales.
Si la presión baja está relacionada con factores genéticos, aprenderemos a convivir con ella los 365 días del año y no creará demasiados problemas (hipotensión crónica asintomática). Otros tipos de hipotensión que pueden producirse durante todo el año son la hipotensión ortostática y la hipotensión posprandial. La hipotensión ortostática es esa sensación de mareo que experimentamos cuando nos levantamos demasiado rápido, mientras que la hipotensión posprandial se produce después de las comidas debido a que la sangre se concentra más en los órganos del aparato digestivo que en los demás.
Si, por el contrario, la hipotensión se debe al uso de medicamentos, puede que sea suficiente hablar con el médico para que considere la posibilidad de reducir la dosis, sobre todo en verano, cuando la presión tiende a ser más baja en la mayoría de las personas. También es importante utilizar de forma responsable los drenantes u otros productos que favorecen la diuresis y la depuración durante el verano. La tendencia a consumirlos suele ser mayor en los meses más cálidos, quizá para intentar reducir la celulitis que es más visible en estos meses (debido al uso de bañadores, faldas y pantalones cortos). Sin embargo, estos productos provocan una mayor pérdida de líquidos y sales minerales y pueden favorecer pequeños descensos de la presión.
¿Por qué nos baja la presión en verano?
Como ya se ha mencionado, los factores ambientales influyen en la presión, y las altas temperaturas características del verano no son la excepción. Para evitar que las altas temperaturas atmosféricas provoquen un aumento de nuestra temperatura corporal, el sistema sanguíneo envía más sangre a las extremidades de nuestro cuerpo, especialmente a la piel, “sustrayéndola” parcialmente de los órganos más centrales. De este modo, al sudar, favorecemos la dispersión del calor y nos “enfriamos”. No obstante, en una persona que tiene un volumen sanguíneo reducido (aquellos que generalmente sufren de presión baja o que beben poco, los ancianos, aquellos que ya han sudado mucho tal vez debido a una actividad física intensa), todo esto lleva a una disminución de la presión arterial.
¿Cuáles son los síntomas de una bajada de presión?
Los síntomas son muy similares a los de una bajada de azúcar: agotamiento, mareos y taquicardia. Este último síntoma en particular es característico porque se debe a un mecanismo compensatorio.
¿Qué se puede hacer?
Quienes sepan que son propensos a este problema deben intentar evitar las bajadas de presión. Para hacerlo es importante:
- beber mucho líquido,
- reducir el consumo de alcohol,
- evitar la actividad física durante las horas más calurosas (cuanto más sudamos, más agua y sales minerales perdemos),
- evitar levantarse o agacharse demasiado rápido,
- comer muchas frutas y verduras.

La fruta y la verdura contienen agua y sales minerales (sodio y potasio), ¡justo lo que necesitamos para combatir la presión baja! En particular, las espinacas, los calabacines, las judías, los albaricoques, los plátanos, las almendras y los pistachos no deberían faltar nunca en nuestra dieta. Consumir té y café (sin exagerar) también es una buena estrategia, ya que contienen sustancias saludables para el corazón, al igual que la jalea real. Pero eso no es todo. Otro alimento rico en magnesio es el chocolate negro. Es ideal para quienes sufren de presión baja porque también aporta sustancias que favorecen la elasticidad de nuestras arterias. Una buena excusa para comer un trozo de chocolate al día… ¡siempre que sea negro!
En cambio, en caso de una bajada repentina de presión, lo mejor es tumbarse y levantar las piernas (para favorecer el retorno de la sangre al corazón), mojarse las muñecas y beber bastante agua, preferiblemente con un poco de sal.
En resumen, las bajadas de azúcar y las bajadas de presión son dos cosas distintas. Distinguirlas es fundamental para poder prevenirlas y tomar las medidas más adecuadas y eficaces. Utilizar adecuadamente la sal y el azúcar es importante; recordémoslo siempre, y no solo al tomar café.