Menopausia: una nueva etapa de la vida
La llegada de la menopausia representa un momento especialmente delicado para todas las mujeres debido a los importantes cambios físicos y psicológicos que conlleva. Es la etapa fisiológica de la vida de la mujer que coincide con el final de su capacidad reproductiva: una transición evolutiva que, como tal, debe considerarse una nueva condición de normalidad.
Durante la menopausia, el cuerpo de la mujer puede sufrir cambios importantes, y uno de los más temidos es el aumento de peso.
Sin embargo, en algunas mujeres, los síntomas que acompañan la menopausia pueden crear trastornos y desequilibrios de tal magnitud que adquieren las características de una enfermedad propiamente dicha.
La mujer debe estar preparada e informada sobre todas las consecuencias físicas, metabólicas, sexuales y psicológicas de esta nueva etapa de la vida, para poder vivirla plenamente.
¡Prevenir y tratar los trastornos de la menopausia es posible!
¿Qué es la menopausia?
El término “menopausia” se refiere a la desaparición del ciclo menstrual durante al menos doce meses consecutivos.
La actividad hormonal de los ovarios termina cuando se agotan definitivamente los folículos, que son las estructuras que contienen los ovocitos de la mujer.
La menopausia va precedida de una fase, el climaterio, en la que la mujer presenta anomalías en su ciclo menstrual (aumento o disminución del flujo, irregularidad, pérdidas entre ciclos), que se acompañan de una reducción progresiva de la fertilidad.
Hay otros síntomas que pueden asociarse a los cambios hormonales:
- niveles elevados de colesterol, triglicéridos y glucemia
- trastornos urogenitales (trastornos urinarios, sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales)
- trastornos vasomotores (fatiga, sofocos, dolores musculares)
- trastornos psicológicos (ansiedad, problemas de concentración, disminución de la libido, irritabilidad)
¿A qué edad se produce la menopausia?
La edad media en la que se produce la menopausia depende de varios factores.
La pubertad tardía, la cantidad de embarazos y el uso prolongado de estrógenos-progestágenos retrasan la aparición de la menopausia.
Sin embargo, sin llegar a hablar de menopausia precoz, hay otros factores que la anticipan, como el tabaquismo, las condiciones de especial malestar y estrés, y la extirpación quirúrgica del útero.
En la mayoría de los casos, la menopausia se produce entre los 46 y los 55 años, y en alrededor del 70% de las mujeres va precedida, como ya se ha mencionado, de la aparición de un conjunto de síntomas que recibe el nombre de «síndrome climatérico». Esta situación puede prolongarse durante un periodo de 10 años o más en el que se producen cambios graduales hasta el momento de la menopausia propiamente dicha.
Los síntomas de la menopausia
Cuando los estrógenos disminuyen, las mujeres corren un mayor riesgo de padecer ciertas enfermedades.
La disminución de los estrógenos puede provocar ciertos trastornos y síntomas, que también son típicos del síndrome climatérico:
- sofocos y sudoración abundante
- palpitaciones y taquicardia, fluctuaciones de la presión arterial
- trastornos del sueño
- mareos
- sequedad vaginal y prurito genital
- irritabilidad, cambios de humor, fatiga
- ansiedad, desmotivación, trastornos de la concentración y de la memoria
- disminución del deseo sexual
Estrógenos bajos y riesgo cardiovascular
Sin duda, las consecuencias más importantes de la disminución del nivel de estrógenos son el aumento del riesgo cardiovascular (infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, hipertensión) y las enfermedades osteoarticulares (especialmente la osteoporosis).
De hecho, hasta la menopausia, las mujeres tienen un riesgo cardiovascular inferior al de los hombres porque los estrógenos producidos por los ovarios garantizan una menor cantidad de colesterol en la sangre. En cambio, después de la menopausia, el riesgo es igual o superior al de los hombres.
Otra consecuencia que no debe subestimarse es el incremento del peso corporal, que se produce en diversos grados en todas las mujeres menopáusicas y representa un problema en más del 50% de las mujeres mayores de 50 años.
La carencia de estrógenos favorece con frecuencia una distribución desigual de la grasa en el cuerpo: se trata de la estructura corporal en forma de “manzana”, con cintura y caderas anchas y acumulación de grasa en la cintura. Una acumulación localizada típica del sexo masculino, que conlleva un mayor riesgo cardiovascular.
¿Por qué se engorda durante la menopausia?
La masa muscular magra se va perdiendo gradualmente con la edad.
Cuanto menor sea la masa muscular, menor será la cantidad de mitocondrias activas en nuestro organismo. Las mitocondrias son pequeños «hornos» que se encuentran principalmente en el interior de las fibras musculares y cuya función es «quemar» los ácidos grasos. Una mayor cantidad de masa magra significa un mayor número de mitocondrias y, por tanto, una mayor capacidad para quemar grasa.
Esto implica que una persona con más músculo puede perder peso más rápido, ya que tiene más «hornos» que queman la grasa. Por el contrario, la disminución de la cantidad de fibras musculares reduce la capacidad del organismo para «metabolizar» la ingesta alimentaria diaria.
De ello se desprende que, al disminuir la masa magra, es más probable que aumente la masa grasa: seguir comiendo como siempre, pero sin acrecentar la actividad física diaria, provoca inevitablemente un incremento de peso.
Kilos de más: ¿se acumulan en el vientre o en las caderas?
Los cambios hormonales de la menopausia pueden aumentar la probabilidad de subir de peso, sobre todo en la parte central del abdomen más que en las caderas y los muslos.
Pero los cambios hormonales por sí solos no dan lugar al aumento de peso: este suele estar relacionado con cambios metabólicos, el estilo de vida y factores genéticos.
Por lo general, las mujeres tienen una cantidad total de grasa corporal superior a la de los hombres: el porcentaje medio de grasa corporal de las mujeres con peso normal es, de hecho, similar al de los hombres con sobrepeso.
Esta diferencia, ya presente al momento del nacimiento, se acentúa a medida que crecemos: en el caso de los hombres, el incremento de peso en la pubertad se debe principalmente a un aumento de la masa magra, mientras que en las mujeres responde a un aumento de la masa grasa.
El tipo y la distribución de la grasa también son diferentes entre hombres y mujeres: los hombres acumulan más grasa visceral, sobre todo a nivel abdominal, y son más propensos a la obesidad central.
Las mujeres, por su parte, antes de la menopausia depositan más grasa en el tejido subcutáneo, principalmente en los glúteos y las piernas, lo que las hace más susceptibles a la obesidad periférica.
Sin embargo, después de la menopausia esta característica se pierde, e incluso en las mujeres la grasa empieza a depositarse en el abdomen, el punto más peligroso para la salud.
¿Por qué es tan peligrosa la grasa abdominal?
El tejido adiposo (comúnmente llamado grasa) está compuesto por células especializadas: los adipocitos.
En un estado de sobrepeso y obesidad, este tejido se expande y hace que los adipocitos crezcan tanto en cantidad como en volumen. Es decir, los adipocitos se vuelven más numerosos y más grandes.
Este proceso requiere mucho oxígeno, más del que está disponible en el organismo: las células entran así en un estado de deficiencia de oxígeno (hipoxia) y estrés. Todo esto provoca la inflamación de las células y la liberación de señales que promueven la inflamación (proinflamatorias).
Estas señales locales atraen a las células del sistema inmunitario, las que, a su vez, liberan otras señales que pueden extender y amplificar el proceso inflamatorio a los adipocitos vecinos y agravar así la inflamación. Este estado inflamatorio, especialmente activo en el exceso de masa grasa abdominal y visceral, afecta al sistema cardiovascular tanto de las mujeres, sobre todo después de la menopausia, como de los hombres.
Trastornos de la menopausia: prevención y tratamiento
Para llegar a la menopausia en buena forma física, es necesario mantener un estilo de vida saludable basado en dos pilares:
- una alimentación sana
- actividad física regular.
La alimentación importa. Una dieta sana y equilibrada es esencial para prevenir los síntomas de la menopausia. Luz verde a las frutas y verduras, las legumbres, los frutos secos, la carne blanca, el pescado y el aceite de oliva virgen extra como fuentes de hidratos de carbono, proteínas y grasas.
Resulta útil limitar el café, eliminar los alimentos fritos, beber mucha agua, zumos de fruta e infusiones y consumir pocos productos lácteos, preferentemente bajos en grasa. Este es un enfoque recomendado durante la menopausia no solo para el control del peso, sino también para la salud en general.
¡El movimiento es clave! La actividad física regular, aunque sea ligera, es fundamental; lo importante es moverse todos los días. El yoga, la gimnasia acuática o el pilates son algunos ejemplos de actividades ideales. Pero incluso una caminata a paso ligero o un poco de ejercicio de baja intensidad es suficiente; la clave es hacerlo de manera constante.
Tratamiento. En lo que respecta al tratamiento de los síntomas, es esencial identificar junto con el médico una terapia adecuada que se adapte a las necesidades individuales.
Entre las diferentes terapias sintomáticas se destaca la terapia hormonal sustitutiva, que puede reducir los síntomas y al mismo tiempo proteger contra la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares si se administra correctamente, tras un examen clínico exhaustivo de la paciente. No obstante, las medidas de prevención revisten una importancia significativa en esta condición.